
Vivimos en el siglo donde la innovación tecnológica ha cambiado a las culturas humanas significativamente, a traído beneficios y también generó desigualdades en los diferentes estratos sociales, en cuanto al alcance de los distintos dispositivos tecnológicos indispensables para la actualidad.
Podemos reconocer plenamente que sumado a los cambios propiciado por lo tecnológico, la actual pandemia que vivimos y con los cambios culturales, económicos y sociales que atravesamos día a día, trajo como consecuencia una nueva morfología social.
Esta nueva morfología social está íntimamente ligada en lo tecnológico con lo pandémico. Prácticamente si no tienes acceso a lo virtual y tecnológico , «desapareces» de lo real.
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Tomando como ejemplo la educación, que ha sido trastornada por los cambios anteriormente dichos, en la actualidad si no tenes alcance a lo tecnológico, sos un «invisible». Pensando en el contexto social y económico que vive Argentina,la pobreza y la marginación, abrió una brecha entre los que tienen acceso a la tecnología y los que no. La nueva educación por los aislamientos sociales llevados a cabo por el gobierno,las clases virtuales y casi la totalizaciòn de la vida en el «espacio cibernético» ha dejado a muchos afuera. Como problemática también se analiza la falta de conocimiento del manejo virtual heredada por el carente sistema educativo argentino por parte de docentes y alumnos, lo que produce una caída del proceso educativo- pedagógico y desvalorización de la educación. El uso de TICS no se compara quizás a la de países desarrollados, Argentina quedó inmersa hace mucho, en un mundo que aceleradamente cambiaba y parece que los gobiernos no lo comprendieron.
¿Qué hacemos en esta nueva morfología social con los que no pueden adaptarse? Es mi pregunta que me hace temblar, en un mundo de cambios sociales, siento que Argentina va a una sociedad «Amorfa» donde muchos no pueden adaptarse a las nuevas reglas del mundo, porque comprendo que hace varias décadas atrás, decidió estancarse en lo precámbrico y en la desigualdad, atormentada de corrupción y de mandatarios con una visión «Jurásica» del nuevo mundo.
Por Emiliano Abregú , profesor de gerografía